María Mercedes Zancajo

María Mercedes Zancajo nace en Valladolid el 27 de febrero de 1978.

Siendo una niña se aficiona al dibujo a lápiz, haciendo continuamente retratos y apuntes del cuerpo humano. Juega a caricaturizar a su entorno y convierte su afición en un entretenimiento para ella y los demás, que no toman muy en serio este hobby.

A la edad de 9 años despierta su curiosidad por la escultura cuando, ojeando un dominical del periódico El País, descubre una fotografía de la ¨Alegoría de los Apeninos¨, inmensa obra de Juan de Bolonia. En ese momento no tiene clara su vocación, pero sí un sueño; ser capaz algún día de hacer con sus manos algo que pueda conmover tanto como aquella figura humana saliendo de la roca.

Años más tarde ingresa en la Escuela de Arte y Oficios Artísticos de Valladolid, donde cursará Bachillerato de Artes.

La situación económica y personal de la artista le impide por algún tiempo desarrollarse en el campo del arte, por lo que deberá esperar para volver a la Escuela de Arte de Valladolid. Es en este centro donde consigue en 2011 su título de Técnica Superior en Artes Plásticas y Diseño en Artes Aplicadas de la Escultura.

Esto le abre nuevas puertas; ese mismo año consigue una beca de prácticas en Temple Bar Studio, (Dublín), donde aprende de la mano del gran escultor y profesor Mike Duhan. Con él participará además en varias exposiciones en diferentes localizaciones de Irlanda.

En los años que siguen la artista, o mejor dicho la artesana, como ella misma se define, viaja por Europa para descubrir (y enamorarse) del arte clásico de los grandes pintores y escultores de la Historia de Arte.

Aplica para una nueva beca, que conseguirá en 2016 y con la que viaja a Pietrasanta (Italia), cuna de la escultura en la historia. Allí pone en práctica y amplía sus conocimientos de la mano de algunos de los mejores artistas y artesanos del mundo. Se involucra especialmente en los trabajos que la Fondería Versiliese, referencia en la fundición de bronce, desarrolla por encargo de clientes de fama y reconocimiento internacional como Botero o Lorenzo Quinn entre otros.

Y es aquí donde descubre con sorpresa y decepción, que el mundo del arte actual no es exactamente aquello que ella creía. Conoce personalmente a los artesanos que trabajan con sus manos en aquellas esculturas que más tarde serán firmadas por artistas de fama internacional, la mayoría de ellos grandes comerciantes y relaciones públicas, pero sin apenas conocimientos en artes plásticas.

Esto supone un gran desengaño para María, o Meri como le llaman sus amigos. Empieza a tener contacto con el mundo del arte contemporáneo, las exposiciones y la superficialidad que rodea este campo en nuestros días. Pronto decide que ese no es su sitio, que su verdadera pasión es el contacto con el material que sale de la tierra. Así que decide alejarse de esos que se hacen llamar artistas, para acercarse y convivir con humildes asalariados que construyen las más bellas obras de arte de manera anónima, para ella los verdaderos ARTISTAS, a los que admira y respeta.

Así es que elige Pietrasanta como lugar de trabajo, rodeada de talleres artesanos y fundiciones dedicados a la escultura. Allí empieza a desarrollar en solitario su trabajo más personal, en uno de los talleres que la familia Lucarini le ofrece.

Durante los años siguientes y hasta la actualidad, María Mercedes Zancajo continua colaborando de forma regular con varios artistas y principalmente con la Fundición Versiliese, dedicándose con mimo a lo que a ella realmente le gusta: el proceso de creación de la escultura.

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